La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha dado por concluido el diálogo político con el gobierno de Nicolás Maduro. Y no podía esperarse otra cosa. Entre octubre y diciembre el régimen ganó un tiempo precioso, junto a la desactivación de la presión opositora, y en verdad no entregó nada a cambio.
Si bien fracasó este diálogo concreto entre gobierno y MUD, para los fines democráticos, no veo otra opción que salidas pactadas en Venezuela. Pero antes del diálogo con el adversario hace falta primero un diálogo interno en el seno de las filas opositoras, el necesario encuentro cara a cara entre sus principales dirigentes y referentes. Fernando Mires, siempre tan lúcido, lo resumió de esta forma, antes del diálogo con el gobierno, debe ocurrir el diálogo pero en el seno de la MUD.
Un diálogo en el seno de la MUD debe abordar en primer lugar un reconocimiento del error estratégico que se cometió meses atrás. El sentarse con el gobierno no fue un error, el diálogo es una parte esencial de la política. Incluso en situaciones de conflictos armados hay espacio para dialogar.
El error, y alguien debe asumir la responsabilidad de ello, fue dejar sin efecto y sin una explicación al país democrático de por qué se suspendieron los otros frentes de lucha que en ese momento (septiembre) estaban planteados: protestas masivas en la calle, declaración de la ruptura del hilo constitucional, presión internacional especialmente a través de la Organización de Estados Americanos.
Un segundo aspecto central que debe comunicar la MUD al país es una hoja de ruta para la lucha democrática en este 2017.
Más de 70% de venezolanos cree que Maduro debe salir cuanto antes del poder, para evitar el colapso definitivo de la nación. 90% cree que Maduro es incapaz de resolver la crisis que generó el modelo chavista. ¿Se puede obviar este clamor de cambio por parte de la dirigencia opositora? ¿Qué respuesta política da hoy la MUD a los venezolanos?
La pregunta central, sin embargo, es esta: ¿tiene capacidad la MUD para canalizar el descontento y llevar a Venezuela a un escenario de cambio político por vías democráticas?
Debo confesar que no soy muy optimista. No se ha generado en estas primeras semanas del año, como era deseable, un espacio de diálogo intra-MUD, para abordar tanto objetivos estratégicos como acciones tácticas. Este 23-E vimos, de nuevo, la manida convocatoria a una marcha, de forma desorganizada, sin una vocería homogénea y sin claridad de qué se pretende lograr con la movilización.
Al día siguiente vimos algo tal vez peor. Una manifestación “sorpresa” que no afectó para nada al gobierno, sino a ciudadanos en su transitar ya complicado por una vía rápida en Caracas.
La decisión del oficialista Consejo Nacional Electoral de no realizar elecciones –por tiempo hasta ahora indeterminado– descolocó a la MUD, cuyo núcleo era precisamente ser una alianza electoral.
¿Cómo debe reinventarse la MUD? Chúo Torrealba ha dado señales en esa dirección, pero siendo francos no hemos visto hasta ahora las convocatorias a discusiones desde el seno de la MUD, ni con gremios y sociedad civil, ni siquiera entre los propios dirigentes que exhiben en público sus desavenencias.
Lo que sí parece indispensable es que ocurra el diálogo en el seno de la MUD. Deben trazarse objetivos y acciones de común acuerdo.
En estos días, en los que tanto se ha exaltado la lucha democrática que desembocó en el 23 de enero de 1958, debe recordarse la forma consensuada que privó en la etapa final. Pero tampoco puede obviarse que ello tuvo lugar solo después de varios años de dictadura y represión, entonces los dirigentes y referentes políticos de aquella época entendieron la necesidad de actuar conjuntamente.
Ojalá los dirigentes del aquí y el ahora tengan capacidad de verse en el espejo de aquellos años.
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